Nunca choveu que non escampase
- Sara Martínez
- 16 jul 2018
- 1 Min. de lectura
Una sensación extraña le recorre el cuerpo. No le deja respirar, sus piernas de mantequilla no le dejan caminar, ni tan siquiera mantenerse en pie. No es la primera vez que se siente así. Hace años no sabía que hubiera una alternativa, no creía que fuese posible reir como esas chicas que sigue en Tumblr. Ahora lo sabe, y es por eso que se asusta. No esperaba volver a sentirse así, eso es cosa de una etapa cerrada hace mucho tiempo.
Cierra los ojos, intenta respirar profundamente. Sin saber por qué empieza a llorar, no razona, no respira, solo llora.
Por suerte, como dice el refrán gallego, "nunca choveu que non escampase". Y la tormenta se calma, la lluvia cesa, la marea se tranquiliza. Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, vuelve a respirar y una pequeña sonrisa se dibuja en su cara enrojecida. Ya pasó, ya está, prueba superada.
Así es como la vida me recordó, sin anestesia, que el dolor nunca se olvida.
Así es como yo le recordé a la vida que una sonrisa siempre estará por encima de cualquier pena.
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